lunes, 9 de noviembre de 2009

Exigencias injustas de los padres a los hijos casados

¿Es obligatorio para los hijos abandonar sus propias obligaciones familiares, para mantener los caprichos innecesarios de sus padres?

Siempre he defendido a ultranza que los hijos solteros o casados, tienen la ineludible y grave obligación de atender las necesidades de sus padres. También he atacado a los padres que se pasan de la raya pidiendo continuamente a sus hijos, dinero y atenciones aunque no las necesiten. Y he respaldado insistentemente que los hijos casados nunca deben abandonar las obligaciones con su nueva familia. Es cuestión de buscar un equilibrio entre ambas obligaciones.

Los hijos casados deben procurar y vigilar que los padres tengan una buena vejez, pero sin olvidar la sagrada obligación asumida con su esposa e hijos. Bajo ningún aspecto tienen que sacrificar a su familia por satisfacer una vida caprichosa de los padres, no vaya a ser que pierdan a su familia por mantener las obsesiones de grandezas de sus padres. La prioridad tiene que estar perfectamente clara y definida.

Los padres no deben abusar de los hijos ya independizados y deben reconocer que los hijos tienen la obligación de atender primeramente las necesidades de su esposa e hijos, procurando no abandonar a sus padres.

Algunos padres no quieren aceptar que los hijos al formar otra familia, contraen unas obligaciones ineludibles con ella. Deben reconocer esa situación, aunque eso no quiera decir que deban aceptar, que los hijos les abandonen en los momentos de dificultades. Los hijos deben estar agradecidos al cuidado recibido de los padres, y nunca les deben dejar abandonados. Es cierto que los hijos tienen que ejercitar la caridad con el prójimo, máxime con sus progenitores, pero ejercitándola con justicia y firmeza.

Hay padres que al no querer aceptar la independencia de los hijos casados pretenden manipularlos a través de exigencias, presiones, chantajes con los otros hermanos y familiares, producirles lastima, abuso de poder mental, etc. Se les suele olvidar, voluntaria y egoístamente, que ellos mismos en su día aceptaron de muy buen gusto, la frase bíblica de "Dejarás a tu padre y a tu madre para formar un nuevo hogar y serás con tu esposa un solo cuerpo".

10 Argumentos que suelen tener los padres para exigir a sus hijos casados que les den dinero y atenciones:

1. Porque tienen envidia de lo que ellos no pudieron conseguir, si los hijos casados han alcanzado mejor situación económica o social que los padres.
2. Porque tienen egoísmo y no quieren conformarse con lo que tienen, al intentar sangrar a los hijos para acaparar más, incluso aunque no lo necesiten. Pueden ser simples ganas de fastidiar o humillar a la nueva familia de los hijos.
3. Porque quieren demostrar prepotencia ante familiares, amigos o ante los hijos casados, ostentando que los padres siguen siendo autoritarios y todos tienen que hacer lo que ellos quieran.
4. Porque quieren demostrar ante los cónyuges de sus hijos que los padres tienen todavía todo el poder sobre los hijos y que los pueden manipular cuándo y cómo quieren. Esto se suele producir por celos o por desavenencias con la nueva familia.
5. Porque quieren demostrar a los cónyuges de sus hijos que cuando hay una segunda unión, sus hijos no pueden romper los lazos de sangre ni de subordinación con sus padres.
6. Porque quieren seguir manteniendo frente a la familia o sociedad, el mismo estilo de gastos suntuosos que en épocas anteriores.
7. Porque su egoísmo personal les hace ignorar las vicisitudes que puedan pasar sus hijos casados para mantener y hacer crecer sus familias.
8. Porque si los padres tienen un segundo matrimonio tiene que aparentar ante la segunda mujer o marido un estilo de vida que no lo pueden hacer con los ingresos que tienen.
9. Porque siempre han empleado el chantaje emocional para conseguir lo que quieren y no desean dejar de hacerlo, ni aun cuando sus hijos hayan formado una nueva familia. Incluso para conseguir sus apetencias, no tienen reparo en formar escándalos delante de la familia del hijo, con el objeto de presionarle para obtener dinero o atenciones.
10. Porque quieren llevar una vida llena de caprichos y que los hijos asuman la obligación de pagárselos, alegando que les sobra el dinero.


Los hijos casados tienen que hablar muy clara y firmemente con sus padres exigentes, sobre las posibilidades y limitaciones económicas de ambas familias, en función de la forma de vida presente y futura de cada una de ellas. Deben dejar bien evidente hasta donde están dispuestos a ayudar a los padres y bajo qué condiciones. Es conveniente y muy aconsejable que la ayuda que puedan darles esté supeditada a que preparen conjuntamente un plan económico o presupuesto que refleje sus ingresos y gastos, que permita a los padres vivir un buen nivel según las posibilidades reales y condicionarles a que no se salgan de ese plan.

Una buena herramienta financiera que evita muchas discusiones es el compromiso por parte de los padres de hacer todos los gastos a través de una tarjeta de débito, donde a final de cada mes, los hijos puedan comprobar todos los ingresos y gastos, para tratar de ver lo que son necesidades o caprichos reales. Para que haya donativos de dinero y de atenciones tiene que haber la contraprestación de llevar un orden racional de lo gastado con lo presupuestado.

No es correcto que haya padres que insistente y continuamente demanden ayuda económica y atenciones, cuando ellos quieren, lo que ellos quieren y como ellos quieren, sin importarles las consecuencias que esas exigencias pueden producir en las familias de sus hijos casados. Argumentando que los hijos casados tienen la obligación de darles lo que pidan, aunque eso origine que tengan que suprimir o postergar sus necesidades familiares. Esta demanda suele ir acompañada por presiones realizadas a través de todos los medios posibles, e incluso sin importarles las consecuencias que se produzcan en las familias de sus hijos. Incluso hay a quienes no les importa que los hijos casados tengan que vender su patrimonio familiar, con tal de que consigan dinero para entregárselo a los padres, aunque ese dinero sea para mantener un tipo de vida ajeno a sus posibilidades económicas, alegando que tienen el derecho a hacer lo que quieran y cuando quieran con el dinero que reciben de sus hijos.

Esta figura de padres autoritarios, exigentes y manipuladores refleja excepciones de la vida cotidiana, pero es posible que sirva de reflexión a algunos padres que están poniendo a sus hijos casados mucha presión económica y de atenciones.

En muchas ocasiones los hijos tienen que ser “padres de los padres”. En otro artículo desarrollaré este difícil y polémico tema.

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