viernes, 30 de octubre de 2009

El peligro del primer cigarro de marihuana, explicado a los hijos


El objetivo principal de los narcotraficantes es que los adolescentes fumen el primer cigarrillo de marihuana, pues saben que regalar los primeros cigarros de marihuana es la acción de marketing más barata y eficaz, es una buena estrategia de promoción, publicidad, aumento de consumo y consolidación de mercados. Según demuestran las estadísticas, los adolescentes que prueban la marihuana, un tanto por ciento muy elevado de ellos, se quedarán enganchados a la marihuana para siempre. Después irán pasando a las drogas más perniciosas y de precio más alto, como la cocaína, heroína, crack, anfetaminas. También saben que la marihuana es el puente hacia la drogadicción total, y que una vez pasado ese sencillo puente es casi imposible retornar a la normalidad. Por eso no escatiman medios en ofrecerlo gratuitamente al segmento social, económico y etnográfico escogido como posibles clientes. Esos primeros cigarrillos son las muestras que los narcotraficantes entregan a los camellos o revendedores para que empiecen a conseguir nuevos clientes. Si lo hacen bien, les ascienden a distribuidores.

En un estudio realizado entre los adolescentes que consumieron su primer cigarro de marihuana, las principales respuestas obtenidas, puestas en orden alfabético, son las que se indican a continuación, aunque difieran ligeramente en cantidad y prioridad según el área geográfica, grupo social, económico, educativo, edad, etc.

  • Porque a mi no me va a pasar nada, se controlarme.
  • Porque creía que nunca seria descubierto por mis padres y maestros y que sabría disimular el haberla fumado
  • Porque dicen que produce otras sensaciones diferentes al tabaco que ya fumo cuando tomo alcohol.
  • Porque dicen que te convierte en el más poderoso de los amigos, en el invencible, en el que lo que no puedes hacer por meritos o esfuerzos propios, lo haces fácilmente con la ayuda de la marihuana.
  • Porque es gratis, me la han regalado.
  • Porque es moderno hacerlo.
  • Porque es muy barato y me puedo gastar ese dinero en algo diferente a lo que hasta ahora he hecho.
  • Porque es un ritual de iniciación para pertenecer a un determinado grupo de amigos en la escuela o la universidad.
  • Porque lo hago ante los amigos como una broma sin importancia.
  • Porque me aleja de la realidad que no quiero ver ni admitir y quiero olvidarla.
  • Porque me disminuye el control mental y me atrevo a hacer cosas que sin el cigarro de marihuana no las haría.
  • Porque me hace sentirme fuerte.
  • Porque me hace sentirme mayor.
  • Porque me hace sentirme rebelde e independiente de las opiniones de mis padres.
  • Porque mi padre fuma mucho y estoy acostumbrado a verle echar humo. Porque lo hacen mis hermanos mayores y otros amigos.
  • Porque no es para tanto lo que dicen sobre los males que acarrea.
  • Porque no supe decir que no.
  • Porque no tuve argumentos para enfrentarme ni contradecir a quienes me lo ofrecían.
  • Porque otros del grupo se quedan mas inhibidos y no se atreven. Yo si me atrevo.
  • Porque se reparte muy bien entre varios amigos y no me importa la posibilidad de contagio bucal de otras enfermedades.
  • Porque te hace más hombre delante de las amigas y de los amigos.
  • Porque todos mis amigos lo hacen y no quiero ser menos que ellos.

Los padres tienen que preparar muy bien a sus hijos para que sepan enfrentarse a estas situaciones cuando les ofrecen el primer cigarro de marihuana o cuando deciden y a comprarlo o a pedirlo. Si no están bien entrenados en las respuestas convenientes es muy probable que ya con el primer cigarro de marihuana empiecen una cuesta debajo de muy difícil solución.

El primer cigarro de marihuana supone entrar voluntariamente en el rebaño de los jóvenes perdedores y a ese rebaño lo saben dirigir bien y explotar al máximo sus pastores llamados narcotraficantes. El que entra ahí tiene muy pocas posibilidades reales de salir, como sucede a los que entran en las maras o pandillas callejeras. Es la puerta de entrada al infierno del consumo de drogas, casi siempre sin retorno a la normalidad y en su caso con gravísimas consecuencias, heridas y cicatrices difícilmente recuperables.

No hay una buena o menos mala edad para fumar marihuana, pero la peor de todas es durante el periodo de la adolescencia, cuando ni el cerebro ni la mente están formadas lo suficiente como saber lo que se hace, como se hace y las consecuencias que eso conlleva.

Desgraciadamente la marihuana es una de las drogas más consumidas por los adolescentes por su gran disponibilidad, fácil adquisición, bajo precio y porque su consumo y comercialización está muy poco perseguida por la policía y por la sociedad. Aunque científicamente se ha comprobado, principalmente en el cerebro de los adolescentes que está todavía en formación, que los graves y nocivos efectos, inmediatos y futuros del consumo de la marihuana, influyen negativamente sobre las habilidades cerebrales y sobre la salud. Altera y retrasa negativamente el proceso normal de maduración de la conducta, trastorna para siempre los patrones emocionales, la memoria y capacidad de aprendizaje, aumenta los síntomas depresivos, conlleva una muy alta posibilidad de desarrollar la esquizofrenia y provoca taquicardia y riesgo de infarto. Lo mas grave de todo es que los residuos de la marihuana se fijan en los órganos internos del cuerpo humano, llegando incluso a atrofiarlos.

Socialmente es una lacra que azota con mayor fuerza a determinados segmentos de la población. Muchos adolescentes entran en la espiral del más consumo, más necesito. Mas necesito, mayor precio tengo que pagar por la marihuana o por las otras drogas a las que ha sido arrastrado.

Los padres tienen que hacer un análisis en profundidad de en qué han fallado como padres o como entorno familiar, escolar o de amistades, cuando descubren que uno de sus hijos ha fumado marihuana. Esa actividad no llega de repente. Seguro que ha tenido un proceso que los padres no se han dado cuenta, porque no han estado vigilantes y muy alertas sobre lo que sucedía con sus hijos. Quizás porque no se han preocupado mucho de sus hijos o no han puesto en marcha todos los mecanismos de información y canales de comunicación que continuamente tienen estar completamente activados, según comento en otros artículos relacionados.

Los padres tienen que saber que cuando un hijo empieza a fumar marihuana es señal que anteriormente han sucedido una serie de situaciones graves que le han permitido descender un peldaño de la escalera hacia esa situación grave y prácticamente irreversible. Ningún adolescente empieza fumando marihuana, comienzan con otras cosas mucho más sencillas aparentemente, pero que siempre emiten señales inequívocas de alarma. Alarma que muchas veces los padres no han querido, no han sabido o no podido captar. Seguramente empezó con malas compañías, continuó con el tabaco y el alcohol y toda la cohorte de tatuajes, piercings, sexo, ropas llamativas negativamente, desobediencias, salidas intempestivas, bajos resultados académicos, amigos especiales, etc.

Los padres cuando se dan cuenta que el hijo ha fumado o fuma marihuana, tienen que obtener la máxima información posible, procesarla y sacar conclusiones concretas sobre sus idas y venidas, horarios, amigos que frecuenta, tipo de familia de estos amigos, manejo de dinero obtenido fuera del hogar, calidad y cantidad de efectos personales que tiene, situación física y de salud, resultados escolares, etc.

Con la información obtenida y perfectamente procesada, deberán dialogar con su hijo de forma serena y privada, sobre los motivos y situaciones que le han llevado a esa grave decisión de fumar marihuana. Tratando de darle los mejores consejos posibles, sin ocultar la firmeza de las decisiones que pudieran ocurrir en caso de que hubiera una continuidad en su actitud. Al mismo tiempo deberá pedir consejo a los especialistas en esta materia. Los mejores, más realistas y con más éxitos probados son los sacerdotes, pastores, rabinos o imanes, según la religión que cada uno profese. También tienen que pedir consejo a esos mismos especialistas para que le enseñen a analizarse y a examinar los propios errores cometidos, para proponerse cambiar de actitud y así poder manejar la situación de los motivos por los que los hijos empiezan a fumar marihuana.

Los padres tienen que actuar pensando que la solución al problema de su hijo no pasa por ser poco o muy autoritarios. Tienen que ser rectos en sus ideas y actitudes teniendo muy presente que hay cosas de los hijos que no son negociables. Si dicen que si, tiene que ser que si, y si dice que no, tiene que ser que no. Esta actitud de los padres es fundamental para influir en la decisión de su hijo y así poder sacarlo de esa adicción o vicio de la marihuana.

No es el momento de que los padres se empiecen a echar culpas uno a otro, sobre si el hijo está mal educado, consentido o confundido con lo que tiene que hacer, debe hacer y lo que quiere hacer. Es el momento de tomar decisiones por muy graves y dolorosas que sean. Si los padres no toman las decisiones adecuadas en el momento preciso, otros lo harán por ellos con las graves consecuencias que eso conlleva. Después ya será tarde para vanas lamentaciones.

Los padres tienen que aprovechar el tiempo en el que su hijo todavía esté bajo su patria potestad, que si bien conlleva autoridad, también conlleva responsabilidad civil económica. Si el hijo comete un delito con repercusiones económicas, los padres son los primeros responsables civilmente. Ahí no valen las excusas del “yo no sabia”.

Para los padres cada vez es más difícil enseñarles a los hijos que son los padres los que tienen que ejercer su autoridad en beneficio exclusivo de los hijos. Cuando un hijo adolescente hace lo que quiere en contra de la voluntad de los padres, es muy peligroso que trascienda fuera de las personas que no sean muy profesionales en modificar conductas juveniles. Si los padres lo cuentan a sus familiares o amigos bien formados, se les van a echar encima criticándoles por no saber, no querer o no poder educar a un hijo adolescente y estar creándole un problema grave a plazo corto o medio.

En un hijo de adolescente no puede haber comportamientos incontrolables como el de fumar marihuana. Lo que hay son padres que no saben educar ni controlar a los hijos. Los hijos suelen saber o creer, que no les va a pasar nada con esa actitud, pues hasta ese momento les han salido bien las cosas sencillas que no tienen graves repercusiones y por esa razón seguirán queriendo hacer lo que consideren que les apetece, hasta que un día tengan un disgusto y después vendrán los lloros de los padres por no haberles educado con la firmeza y el amor que se merece.

No puedo recomendar a los padres que a los hijos adolescentes les den unos “cachetes, nalgadas o zarandeos” porque en este país me llevarían a la cárcel, aunque sin abusos, sea la mejor medicina juvenil recetada y probada durante siglos. Pero si tengo que recomendar que los padres tienen que ser muy firmes a la hora del cumplimiento de los castigos justificados. Los padres tienen que hacerle comprender al hijo adolescente “por la razón o por la fuerza” que en la casa familiar hay una autoridad representada por los padres y unas normas de obediencia que los hijos tienen que cumplir para que, entre otras cosas muy importantes, los hijos se eduquen dentro de un orden.

Da lo mismo que los castigos los imponga el padre o la madre, lo importante es que haya una total conexión entre los padres y que tengan unidad de criterio en la cantidad, calidad y tiempo de la falta, para que el castigo esté de acuerdo. Los padres no deben hacer como el policía bueno y el policía malo, pues el hijo se enterará enseguida y les manipulará. Tienen que tener en cuenta que lo que hagan o no hagan con sus hijos adolescentes va a repercutir en el ejemplo hacia sus otros hermanos, primos, amigos y futura descendencia.

Los padres que no han tomado las medidas adecuadas para prevenir o frenar la situación del consumo de drogas y reconducir las actuaciones por los caminos de la buena educación, todavía están a tiempo de hacer las correcciones, pues el fumar marihuana es un segundo o tercer peldaño de la escalera que ya han bajado y que conduce al abismo del fracaso familiar, económico, moral y social. Cuanto más abajo caiga, más difícil será retornar y más grave las consecuencias.

Lo más importante es profundizar el dialogo con los hijos y hacerles ver el grave problema donde se han metido y el poco tiempo que les queda para que ellos sean los únicos responsable de su perdición. Mientras tengan menos de 18 años las responsabilidades civiles serán de sus padres, pero los daños físicos, morales, mentales y sociales serán exclusivamente de ellos. En cuanto cumplan 18 años todo lo que hagan será de su completa responsabilidad, aunque el disgusto sea compartido con sus padres, hermanos y familiares. La sociedad no acepta a los perdedores y el fumador de marihuana es uno de esos perdedores. Mientras los hijos sean menores de edad los padres tienen que sacarles del vicio de fumar marihuana, empleando todos los medios posibles, después será mucho más difícil o casi imposible.

La tolerancia cero se aplica en casi todas las ciudades e instituciones cuando el adolescente es descubierto por la policía, maestros o administradores escolares con marihuana o consumiéndola. Ese u otro mal comportamiento similar le mete en un grave problema, pues automáticamente entra en una cadena de castigos y situaciones peligrosas que en otro artículo comentaré. En la escuela ni en la posible futura universidad, ni en los trabajos admiten a los fumadores de marihuana. Muy pocos maestros les escriben cartas de recomendación imprescindibles para poder solicitar el ingreso en la universidad. Los maestros no toman a la ligera los malos actos pequeños o grandes de los alumnos, máxime si están relacionados con las drogas, si lo ocultan se meten en un problema legal. Enseguida toman acciones disciplinarias, que se convierten en irreversibles para el futuro de los alumnos.

El primer cigarro de marihuana conlleva el peligro de aficionarse a utilizarla en sus múltiples usos y a tener que aumentar continuamente la dosis de consumo. Para conseguir gratuitamente o a un menor precio la marihuana, los narcotraficantes ofrecen a los adictos numerosas alternativas ilegales que en principio parecen muy fáciles pero siempre tienen consecuencias graves, que los principiantes y adictos no quieren ver. Les proponen transportarla, distribuirla o venderla pagándoles en especie a un precio muy inferior al del mercado para que obtengan grandes beneficios y puedan consumirla sin preocuparse por el costo. Cada vez es mayor el número de jóvenes enganchados en las drogas que se ven obligados, para poder satisfacer su propio consumo, a hacer de “camellos” de marihuana u otras drogas, transportándolas o vendiéndolas.

A los adictos a las drogas o a personas honradas les ofrecen trabajos en otras actividades excesivamente bien pagados y aparentemente legales. Al final son utilizados para trasportar drogas. Si les descubre la policía, no les vale declarar que no conocían que detrás de esa bicoca de trabajo, sencillo y muy bien pagado, había una actividad delictiva. Es muy difícil demostrar ignorancia cuando las evidencias en su contra son muy grandes.

También hay personas honradas que son secuestradas, amenazadas y chantajeadas, ellas o sus familiares, y obligadas a transportar drogas nacional o internacionalmente, bajo la amenaza de asesinar a sus familiares si no hacen de “camellos”.

Al liberalizarse o despenalizarse el consumo, transporte y venta de la marihuana en la mayoría de los casos, especialmente en los que se utiliza para fines medicinales, existen más posibilidades que los narcotraficantes aumenten la presión sobre los grupos sociales que quieran atraer hacia su mercado. Por eso los adolescentes tienen que estar más alertas que nunca pues los narcotraficantes están ideando continuamente nuevas estrategias para conseguir clientes adictos y la más eficaz para ellos es la del cigarro de marihuana entregado gratuitamente

“10 Cosas que los padres deben hacer para prevenir el consumo de drogas de los hijos”


Ayer me presentaron a un padre, que estaba totalmente destrozado mental y sicológicamente porque su hijo de 16 años, acababa de morir, victima de una sobredosis del maldito y famoso “cheese”, la droga compuesta por heroína Tylenol PM, de similares efectos a las drogas de diseño, como el Éxtasis y las derivadas de las anfetaminas. Estaba destrozado porque tenia conciencia, de que no había hecho lo suficiente para prevenir y en su caso alejar a su hijo de las drogas.

Esta nueva peste negra que esta asolando las jóvenes comunidades escolares y que no respeta ni a pobres ni a ricos, niños o adolescentes la han introducido arteramente, principalmente a través del sistema escolar, sin que padres, maestros, ni la policía se hayan dado cuenta de su penetración, hasta que ya se ha instalado. Hay muy pocas posibilidades de erradicarla.

Este adolescente salio de casa para ”dar una vuelta” con sus amigos y ya no volvió, fue llevado cadáver al hospital. La policía lo encontró muerto en una casa vacía, donde se reunía periódicamente con sus amigos para consumir drogas, alcohol, fumar marihuana, etc.

Según la policía, no era la primera vez que se reunía en aquella casa y no era tampoco, la primera vez que consumía drogas.

Los narcotraficantes han encontrado un nicho de mercado muy rentable. Venden la dosis de “Cheese” a dos dólares, lo que les acerca a infinidad de prospectos y clientes. Los vendedores son los mismos estudiantes, que están amparados por su minoría de edad y muy disimulados entre la población estudiantil.

En muchos casos han gozado por parte de los maestros de la permisividad, “vista gorda” motivada por el miedo a las represalias. Sabían quienes eran los vendedores de la droga en su escuela, pues éstos lo anunciaban con etiquetas en sus mochilas. Pero ni los maestros, ni los alumnos, ni sus padres informaban a la policía, ni a nadie. Así se ha generado este monstruo policéfalo que ya no hay quien lo detenga.

Los padres tienen la grave e irrenunciable obligación, de proteger a sus hijos, contra los peligros que les acechan en la sociedad, máxime cuando estos peligros, provienen subrepticiamente de quienes los jóvenes menos esperan.

Para prevenir o corregir esta situación, los padres deben:

  1. Hablar muy claro entre los esposos y con los hijos desde muy temprana edad, de los peligros, tanto físicos, mentales, económicos, religiosos y sociales, que suponen todas las drogas: denominadas blandas y duras, alcohol, tabaco, juego, apuestas, etc. En todas las adicciones se entra fácilmente, casi jugando y ya no se puede salir. Las conversaciones con los hijos tienen que estar llenas de amor en la forma de expresarse y firmeza en el contenido, de manera que permitan la sinceridad y apertura por parte de los hijos, para contar las situaciones vividas en sus días escolares. También deben ofrecerles alternativas, para que su tiempo libre lo dediquen a su sano esparcimiento y formación social y religiosa. Hay muchas actividades, donde los hijos pueden aprender a desarrollar los valores humanos y religiosos, que les ayudarán a estar prevenidos, contra los problemas que le acechan.
  2. Mantenerse muy alerta, revisando periódicamente y al azar los bolsillos, mochila, libros, habitaciones y posibles escondites de los hijos, para determinar si hay rastros de posesión o consumo de drogas. El olfato y los signos externos físicos, también deben usarse. Vigilar el apetito, los horarios de entradas y salidas de la casa. Preguntar por la procedencia de objetos desacostumbrados y caros para su economía, encontrados entre sus pertenecías. Analizar los ingresos y gastos del dinero de los hijos.
  3. Examinar periódicamente, las llamadas recibidas y enviadas en los teléfonos privados de los hijos y en el de la casa, pues ahí quedan reflejados, los números de las personas con los que mas contacto tienen. En función de esas llamadas, pedir las aclaraciones pertinentes, sobre las personas con las que se relacionan. Esta disciplina por parte de los padres, choca frontalmente con el concepto tan extendido, sobre todo en esta sociedad, de la privacidad a la que se creen que tienen derecho los jóvenes. Pero los padres deben entender y hacerlo entender, que por encima de la privacidad de los hijos, está su bienestar y el de toda la familia, además del riesgo de responsabilidad civil que adquieren los padres con los hijos.
  4. Repetir constantemente, que una de las fuentes mas importantes de captación, para hacer miembros de las pandillas y para la venta de drogas, es el Internet. Vigilar las direcciones de las personas, con las que se han puesto en conversación a través de los Chats, las páginas que han sido visitadas y los correos recibidos y enviados. Esto es fundamental, para conocer el tipo de relaciones que mantienen los hijos.
  5. Preguntar por los orígenes, dedicación y características de los amigos más frecuentados. Si es posible, intentar conocer a sus familiares, para hablar con éllos sobre estos mismos conceptos, de mantener el estado de alerta permanente, que tienen que tener los padres con sus hijos. En caso necesario, convencer a los hijos que deben eliminar las relaciones con determinados amigos, que aparentemente estén llevando una vida difícil de conocer.
  6. Pedir ayuda a los profesionales, maestros, médicos, sicólogos, sacerdotes y autoridades escolares o policiales, ante la menor sospecha, del comienzo de una desviación hacia las drogas o hacia las pandillas. Si ve o siente que están sus hijos siendo acosado por los vendedores de drogas o por los pandilleros, es imprescindible informar a la policía de lo que le está sucediendo. Se tiene que intentar tener la suficiente confianza con los hijos, como para que éstos cuenten a los padres, quienes venden la droga y cómo lo hacen. Es conocida la presión que los vendedores ponen a los jóvenes para que compren la droga, infiriéndoles incluso amenazas físicas y verbales, en el caso de que no quieran comprar la droga para consumirla o revenderla.
  7. Deben hablar con los maestros, de la situación que sus hijos ven en las clases o de lo que los padres han observado en el comportamiento familiar. Los maestros, en combinación con los padres y la policía, pueden hacer una gran labor de prevención y erradicación de las drogas, tomando medidas en la escuela, el hogar y la calle respectivamente.
  8. Al detectar el problema en uno de los hijos, es muy posible que los otros hermanos, también se vean acosados por la misma situación. Entonces la gravedad empieza a agrandarse y las soluciones son más difíciles de tomar y de mayor envergadura. Es muy posible que los padres, tengan que plantearse el tener que cambiar de escuela, pues algunas escuelas, están infectadas de narcotraficantes y pandilleros, por lo que no seria lógico permanecer ni un minuto más enfrentándose a esa guerra, consentida por otros, y la cual nunca va a ser ganada. Cuando existen causas justificadas, los distritos escolares tienen mecanismos legales, para procesar y aprobar las solicitudes de cambio de escuela. Seguramente se tendrán que enfrentar a la resolución de otros problemas, como son el transporte de los hijos a las otras escuelas y algunas cosas relacionadas con los libros y el costo de las comidas, pero no se puede dejar que el problema de las drogas, arruine la vida de sus hijos o determine que el porvenir de éllos sea el hospital o la cárcel.
  9. Las medidas de prevención imprescindibles que tienen que realizar los padres, tienen que estar soportadas porque los padres estén muy unidos, aunque se de la paradoja de que estén divorciados, y que continuamente estén dando un buen ejemplo de comportamiento entre éllos y ante sus hijos. Los padres, no pueden exigir la sinceridad de los hijos, ni que cumplan con las reglas de la disciplina, si éllos no dan previamente un buen ejemplo de convivencia familiar, religiosa y social.
  10. Las excusas más usadas por los padres, para no involucrarse en la educación de sus hijos, ni para preocuparse de las soluciones descritas anteriormente, son las siguientes:
    1. No quiero inmiscuirme en la vida privada o intima de mis hijos, ejerciendo control sobre sus actividades. Tengo que dejarles que hagan lo que quieran en su tiempo libre y con su dinero, con tal de que vayan bien en sus estudios. Tengo que darles la completa libertad para que sean dueños y responsables de sus actos.
    2. Desconozco el manejo del Internet (Chats) y de los sistemas modernos de los teléfonos (Mensajes). Nunca los he usado y ya soy muy mayor para empezar a conocerlos. Ellos los utilizan cómo, cuándo y con quién quieren.
    3. Debido al excesivo trabajo que realizo para poder mantener dignamente la familia, no tengo tiempo de dedicarme a las cosas de mis hijos. Cuando llego a casa estoy demasiado cansado como para pensar en lo que han hecho los hijos. La educación de éllos la dejo en manos de los maestros, que para éso les pago.
    4. No se inglés para entender las conversaciones que mantienen entre éllos, ni con sus amigos, que libremente han escogido, éllos sabrán si les convienen o no, es su libertad.

Responsabilidad civil. Los padres no se deben olvidar, que si la policía detiene a sus hijos menores de edad, en una redada antidrogas o consumiéndolas, es muy posible que los lleven a la cárcel juvenil o los entreguen provisionalmente a una familia, incluso lo pueden hacer también con sus otros hijos, que vivan en la casa.

Los padres son responsables subsidiariamente, de todos los cargos económicos que sus hijos cometan en atropellos, choques de automóviles, robos, daños materiales y físicos en las propiedades o personas. Hasta podrían perder sus casas u otras propiedades, por tener que responder de su responsabilidad civil.

Con permiso de Francisco C .

viernes, 9 de octubre de 2009

El divorcio y los hijos. Obligaciones de los padres


Los divorcios están regulados en todos o casi todos los detalles, por las leyes civiles y las sentencias emitidas por los jueces, negociadas previamente con los abogados de ambas partes. Esas sentencias definitivas son las “lágrimas del matrimonio”. Suelen ser muchas páginas, que regulan las relaciones entre los esposos y las de cada uno de ellos, con sus hijos. Algunas veces son reflejo de los acuerdos prematrimoniales. Los padres tienen que referirse continuamente a esas páginas, en cada uno de los pasos que dan o quieran dar, relacionados con sus hijos, para evitar tener problemas con la justicia, el anterior cónyuge o con los hijos. La capacidad de decisión de los padres, se queda limitada a lo que está escrito.

Cuando hay un divorcio o una separación todos sufren, los padres y los hijos. Muchas veces ese sufrimiento se incrementa, porque los padres no han sabido o no han querido dejar muy claras, escritas y habladas, las obligaciones y derechos de todas las partes implicadas. Por eso cuando llegan las situaciones, a las que previamente no se les han encontrado previsibles y correctas soluciones, se producen unas tensiones que agravan la ya de por si, frágiles y mutuas relaciones entre los padres entre si y con los hijos.

La colaboración entre los padres hace disminuir enormemente los conflictos. Si no hay colaboración, para cumplir con lo escrito o hablado, tienen que recurrir nuevamente ante el juez, para que vuelvan a realizar otra sentencia, alegando que han cambiado las condiciones, entre los padres o entre los hijos y los padres. Esto originará, gastos, demoras y sufrimientos principalmente para los hijos.

Nadie mejor que los padres, con sentido común y ganas de colaboración, para llegar a acuerdos entre ellos, en lugar de que tengan que acatar, los que les impongan los jueces, sobre todo cuando la custodia es compartida por ambos padres, a tiempos parciales y en lugares diferentes.

Los padres tienen que tener siempre presente que su responsabilidad familiar, aunque se hayan divorciado, es que los hijos crezcan educados con amor, comprensión, salud, buena alimentación, inmejorables estudios para su futuro profesional e instruidos en las virtudes y valores humanos.

Algunas de las obligaciones y derechos, que tienen que estar bien definidas, consensuadas y escritas en el documento del divorcio o en el que se haga con los abogados, para evitar o disminuir las discusiones, entre padres alterados entre si, o manejados por los hijos y parientes, teniendo en cuenta que las decisiones, tienen que proteger a los más débiles, que en estos casos, siempre son los hijos. Si alguna obligación o derecho no esta especificada, tiene que solicitar al juez que la apruebe, para evitar que alguna de las partes, se meta en problemas. Hay organizaciones sociales gratuitas y abogados especializados, que con su experiencia pueden ayudar a preparar, todos los documentos necesarios, para que los problemas futuros sean eliminados o disminuidos. Nunca tramite un divorcio sin poner mucho hincapié en dejar bien atadas, todas las posibles relaciones con sus hijos.

15 Condiciones que deben definirse claramente en los divorcios, cuando hay hijos menores:


1. Determinar claramente cual es la residencia familiar adjudicada, evitando las frases ambiguas. Para que no sea una residencia tan lejana, que complique o impida las visitas acordadas, al no especificar si es la habitual o puede ser residencias por motivos de trabajo, vacaciones, etc. impidiendo así las relaciones normales con los hijos.
2. Lugares, días y horarios de recogida, entrega o visita acordados, incluyendo las máximas facilidades y tolerancias, para poder cumplir con ellos, con definiciones prácticas de alternativas, para cuando surjan impedimentos graves, que no permiten cumplir con lo acordado, en cuanto a tenencia, recogida, entrega o visita de los hijos.
3. Tiempos y lugares de las vacaciones escolares y días festivos y formas para pedir permiso, en el caso de que quieran salir del país para vacaciones o visitas a familiares.
4. Edad a la que ya puedan quedarse solos en la casa y edad mínima, que tiene que tener el que se quede a cuidarlos.
5. Edad a la que pueden cuidar a otros hermanos más pequeños y estos, que edad mínima o máxima tienen que tener.
6. A qué edad pueden salir con los amigos y a donde o bajo qué supervisión.
7. Quién autoriza a que se hagan operaciones o tratamientos, no necesarios como la cirugía estética.
8. Quién decide sobre las medidas importantes u obligaciones, que les atañerán para toda la vida o durante periodos largos te tiempo, como la calidad e intensidad de los estudios, los deportes, las amistades, las lecturas, películas, etc.
9. Cuánto y cómo se puede gastar cada uno de los padres, en obsequios con los hijos, para evitar la desmedida generosidad o tacañería, evitando la compra de las voluntades por medio de los regalos, para que prefieran la convivencia con el que más obsequios les haga.
10. Cuál debe ser la relación familiar, con las nuevas parejas sentimentales o civiles de cada uno de los padres, si es que las hubiera, para que ese mensaje de convivencia civil, lo entiendan de forma que no les interfiera, con la educación sobre la indisolubilidad de matrimonio, que una de las partes les esta enseñando y demostrando con el ejemplo. Sin olvidar que es un escándalo, que se presenta como algo muy normal.
11. Cuál es la cifra que deben pasar los padres para la alimentación, vestido, estudios, medicinas, etc. de los hijos, cuando exista la posibilidad real de cantidades superiores, que evitarían el que los hijos sufran carencias vitales, aunque la pensión económica sea exclusivamente la que el juez ha determinado.
12. Establecer expresamente los tiempos y cantidades de las mayores y mejores posibilidades de comunicación, de los hijos con los padres, personalmente y a través de los medios de comunicación del teléfono, Internet, cartas, etc. con independencia de los días, horarios y condiciones que el juez haya determinado, intentando disminuir el sentimiento de separación que los padres han producido a los hijos.
13. Prohibir expresamente que ninguno de la familia hable mal de los otros, estén presentes o ausentes, procurando en todo momento, que los vínculos de los hijos con los respectivos padres y hermanos, sean lo más saludable posible
14. Intentar que todos los acuerdos se tomen en beneficios de la buena educación de los hijos, procurando que haya una actitud de olvido de rencores entre los padres, y una clara decisión de relación cordial para respaldarse mutuamente, evitando así que los hijos aprovechen las diferencias entre los padres, para tomar actitudes que les perjudicaran a plazo corto o largo.
15. Llegar a un acuerdo relacionado con el nivel de autoridad, disciplina, premios y castigos que cada uno debe tener con los hijos.

Agradeceré si me escriben con otros puntos especiales que consideren convenientes, con el fin de que los padres divorciados o los que se van a divorciar, puedan tenerlos en consideración para el beneficio de sus hijos.

Si tiene algún comentario, por favor escriba a santodomingo.lecheria@gmail.com